Cuba: ¿y la economía qué?


La columnista del BBCMundo, Mariana Martínez, analiza sobre el abanico de incertidumbre del futuro modelo económico que imperará en la isla, luego de la era Castrista (Tomado de BBCMundo.com) .

¿Es éste el primer paso hacia la transición? ¿Colapsará el régimen cubano sin Castro? ¿Cómo serían las relaciones entre Estados Unidos y un eventual nuevo gobierno en Cuba? ¿Habrá cambios importantes o seguirá todo igual? Y si efectivamente estuviéramos viviendo el momento de la transición, ¿continuará un eventual nuevo gobierno el actual modelo económico de principios socialistas y economía controlada por el estado? O por el contrario, ¿optará por una transición hacia una economía de mercado, tomando como herramienta de base el "modelo chino"?
Hasta el momento, lo que parece claro es que cualquiera que sea el gobierno post-Castro, los retos que deberá enfrentar en materia económica son grandes, sin importar si se opta por la continuidad o un nuevo modelo económico. Si bien la economía cubana se expandió 11,8% en 2005, la cifra más alta desde que la revolución socialista triunfó en la isla caribeña hace casi 50 años, según datos del gobierno cubano, esta reciente "bonanza" económica tiene su base en una economía "artificial", incapaz de generar encadenamientos productivos y, por ende, crecimiento económico sostenible a largo plazo. La fuerte dependencia del comercio con el bloque soviético y los subsidios recibidos por más de cuatro décadas han sido los responsables de esa "estabilidad".
La economía subsiste más que nada gracias a los ingresos que generan el turismo, las remesas de cubanos exiliados, las inversiones chinas en el níquel, el subsidio de petróleo venezolano y los servicios de los más de 20.000 médicos cubanos contratados por Venezuela.
Sin una economía "propia", es decir, sin encadenamientos productivos y dependiente de subsidios, la transición hacia una economía de mercado -basada en la apertura y la liberalización de los mercados- como la que experimentó China desde mediados de los setenta y con mayor profundidad en los últimos 12 años, sería lenta y difícil.
Sin embargo, la proximidad a EE.UU. sumada al poder político y económico de la comunidad cubana en el exilio, podrían apoyar cambios dramáticos en la isla y poner en marcha esa transición hacia una economía de mercado.
Pero, para seguir los pasos de China, el gobierno cubano debería estar dispuesto, entre otras cosas, a abrir sus mercados, aceptar la inversión extranjera, permitir la contratación directa de trabajadores, aprobar el ingreso de la empresa privada en el mercado de consumo interno y eliminar el monopolio estatal, así como también la injerencia de las fuerzas armadas en la economía.
Y un régimen liderado por Raúl Castro no parece ser el gobierno que hará tales cambios. Al menos así los sugiere el hecho de que hasta el momento, Raúl Castro se ha negado a cualquier política de apertura y se ha mostrado fiel a los lineamientos de política económica de su hermano mayor.

Cuba no es China
A diferencia de China, la presión demográfica en Cuba no es un factor que acelere la apertura al mercado.
Si bien la China de Mao también estaba atrasada, los cambios hacia una economía de mercado fueron forzados por una fuerte presión demográfica, la necesidad de crear empleos -una enorme masa laboral que había que colocar para evitar enfrentamientos sociales- y acelerar las exportaciones.
Una presión que, pese a lo precario de la economía, todavía no se hace sentir con tanta fuerza en Cuba.
Es por eso que se puede prever que un eventual gobierno de Raúl Castro optaría por un modelo de continuidad en el corto plazo, más que nada, si cuenta con el apoyo de Venezuela y China.
Seguido por una futura transición hacia un modelo mixto, es decir, basado en un crecimiento gradual del sector privado doméstico -dueño de pequeñas y medianas empresas- y las grandes empresas en manos estatales o mixtas con capital extranjero y nacional público.
Una estrategia alentada por la necesidad de generar profundos cambios al interior de la economía cubana, fundamentalmente en el área de la infraestructura y el área productiva del país.
Sin embargo, no cabe duda de que sin los hermanos Castro, la historia será otra.
Y, en ese momento, un paso hacia una economía de mercado podría ser más que probable.

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